La verdad es que se pueden hacer sin la máquina, pero así es muuuuuucho más fácil. Para empezar, sólo hay que hacer la masa con la receta que se quiera (yo use la típica de bizcocho) y luego es tan sencillo como ir rellenando los agujeritos con forma de bolita que hay en el hornecito, para que salgan 5 minutos después con forma de bola. Me impresionó lo rápido que se hornean, y lo fácil que es sacarlos después, sin que se peguen nada... La verdad es que es muy divertido hacerlos.
Después, claro, viene la parte complicada, que es la decoración. Si queréis ver auténticas birguerías, o adentraros en el mundillo, os recomiendo que echéis un vistazo al blog de Bakerella, una de las impulsoras de este pastelito tan resultón. Yo, como novata y algo torpe, me limité a lo fácil: una cobertura de chocolate, y una decoración sencillita.
... y menos mal, porque ésta es la parte complicada. Es algo difícil porque al poner la cobertura, el pastelito pesa más, y es fácil que se rompa o se escurra por el palito. Supongo que todo es pillarle el truco, por ejemplo, creo que con una cobertura algo más líquida sería más fácil sacar el sobrante y que no pesara tanto. Otra cosa que descubrí es que, poniéndolos enseguida unos minutos en la nevera, el chocolate se enfría un poco y ya no se escurre.
Pero bueno, a pesar de todo, ¡sólo se me rompió uno!
Y, como no, aquí tenéis el resultado... Con la masa que hice (cantidades para un pastel normalito), me salieron unos 84 cake-pops. Como no tenía palos suficientes, a mi hermana le regalé unos 50 y, el resto, me los quedé a modo de magdalenitas para los desayunos de estos días en casa :) ¡Espero que os guste y os animéis a probar!
PD. Sirva esta entrada como presentación después de 1 año de inactividad... prometo volver a pasarme por aquí ;)